La Tierra ni es una esfera perfecta ni está compuesta de manera homogénea por los mismos materiales. Esto hace que la fuerza que la gravedad ejerce sobre nosotros (o cualquier otro objeto que se encuentre sobre su superficie) pueda variar de un punto a otro de la geografía. Esa es la teoría, porque la práctica es un poco más compleja.
Una nueva explicación. Si bien en el colegio aprendimos que la fuerza de la gravedad terrestre causa una aceleración de 9,81 metros por segundo-cuadrado en la superficie de la Tierra, esta medida no es homogénea. Gracias a un estudio realizado por investigadores del Instituto Indio de Ciencias tenemos una mejor idea de qué es lo que modula estos cambios.
Sondeando el Índico. El trabajo se centra en el llamado Mínimo Geoidal del Océano Índico (Indian Ocean geoid low, o IOGL), una región en el Índico donde esta fuerza ejercida por la interacción gravitatoria es particularmente débil. El equipo de investigadores indagó en los motivos y formuló una hipótesis sobre el motivo de esta anomalía gravitatoria, una de las más pronunciadas en nuestro planeta.
El océano de Tetis. La clave estaría en movimientos de placas tectónicas ocurridos a lo largo de los últimos 30 millones de años. Más concretamente, en en el movimiento que habría causado que la corteza terrestre sobre la que se encontraba el ya desaparecido océano de Tetis acabara enterrada bajo lo que hoy es el continente africano.
Grandes plumas de roca fundida. Según la hipótesis, este «hueco» gravitatorio se habría producido tras desgajarse el subcontinente indio del antiguo continente de Gondwana e iniciado su viaje a lo largo del mar de Tetis hacia lo que ahora es el continente euroasiático. Durante este trayecto la placa que servía de lecho marino a Tetis habría descendido hacia el manto terrestre.
El tránsito de la India hacia el norte habría creado el actual océano Índico, pero también habría permitido la aparición de plumas de magma, una roca relativamente poco densa que habría ascendido a capas altas de la Tierra gracias a esta poca densidad. Según los modelos, estas plumas habrían empezado a aparecer hace 20 millones de años, y durante tiempo fueron proliferando y haciendo cada vez más intenso el mínimo gravitatorio.
Sondeos y simulaciones. El estudio, publicado en la revista Geophysical Research Letters, se basa en distintas simulaciones llevadas a cabo por el equipo de investigadores. Parten de un trabajo semejante publicado en 2017 y complementado por datos recopilados en sondeos oceánicos llevados a cabo en 2018. La expedición colocó una serie de sismógrafos a lo largo de cientos de kilómetros de lecho marino del océano Índico.
A partir de esos datos, los responsables de este último estudio simularon los movimientos sub-tectónicos de los últimos 140 millones de años.
Una hipótesis por contrastar. Los modelos creados por el equipo han servido para ofrecer una explicación plausible, pero comprobar que las plumas de magma se encuentran donde los modelos predicen será una tarea harto complicada. El interior de nuestro planeta es una de esas cosas tan cercanas y tan difíciles de observar. Cualquier esfuerzo en comprobar con nuestros propios ojos lo que yace bajo nuestros pies tiene importantes limitaciones. Por muy profundo que cavemos.
Es por eso que el análisis sismográfico es nuestra mejor herramienta, pero recabar datos de esta forma es también una tarea ardua que necesita de movimientos sísmicos y tectónicos. Es probable que los sondeos del área nos ofrezcan nuevos datos que nos permitan poner a prueba la nueva hipótesis.