Los psicólogos Amanda Gesselman y Justin García, de la Universidad de Indiana, y Gregory Webs­ter, de la Universidad de Florida, han dirigido un estudio sobre la percepción de la virginidad en el mundo actual. Estos comprobaron que, aunque en otras épocas llegar virgen al matrimonio fue un valor moral y social positivo, la actividad sexual prema­trimonial es ya tan común que quienes no se inician en la adolescencia tardía empiezan a sentirse discriminados.

A través de tres trabajos de campo, los citados autores han descubierto que los jóvenes que están fuera de onda –o sea, que no han tenido relaciones mientras que sus coetáneos sí las han disfrutado– sienten que van a ser rechazados por su falta de experiencia en el tema. De hecho, muchos vaticinaron que serían minusvalorados no solo a la hora de practicar el sexo, sino también de empezar una relación amorosa, porque sus potenciales parejas podían asociar su inexperiencia en la cama a problemas de personalidad.

Los expertos recuerdan que se trata de una percepción subjetiva: aunque la virginidad no fuera un factor negativo a la hora de mantener relaciones, los que aún no han debutado en el sexo lo sienten como un obstáculo. Eso les hace sentirse más inseguros y engancharse en relaciones que no son las ideales para quitarse el estigma. Lo preocupante de esta forma de presión social es que lleva a muchos jóvenes a precipitarse a la hora de desvirgarse sin sentir realmente el deseo, para no sufrir las burlas a las que creen que les van a someter sus amigos más precoces.