¿Hay gente totalmente equilibrada?
La Organización Mundial de la Salud calcula que más de mil millones de personas en el mundo sufren problemas psicológicos. Según datos de la Unión Europea, “los trastornos mentales en conjunto constituyen la causa más frecuente de enfermedad en Europa, por delante de los fallos cardiovasculares y del cáncer”.
Y el número de potenciales pacientes no para de crecer, a tenor del manual estadounidense de diagnóstico DSM-V. Si entendemos por equilibrio la total adaptación al medio, es imposible mantenerlo durante toda la vida. Todos tenemos propensión a desarrollar algún trastorno de salud mental –ansiedad, depresión, psicosis, problemas de relación– en ciertas circunstancias.
Es casi imposible que alguno de los factores desencadenantes no aparezca al menos una vez en la vida. Es más, hoy se piensa que vivir y superar etapas de crisis mejora el autoconocimiento y la exploración de estrategias personales de afrontamiento de los problemas.
Lo que varía en función de factores genéticos y ambientales es el tipo de desequilibrio al que se tiende. Los individuos impulsivos, por ejemplo, son más proclives a la ansiedad, y los reflexivos, a la depresión. Los factores transculturales también influyen: en la sociedad euroamericana hay más estrés, y en ciertas culturas africanas, más psicosis paranoide; y en el medio rural es más habitual la depresión.
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