Las estrellas se parecen a campanas: por su superficie se desplazan ondas acústicas. Todo es debido a que, al igual que un puchero de agua puesto al fuego, la energía producida en el horno nuclear central se transmite a la superficie por convección y las burbujas de gas caliente ascienden a una velocidad cercana a la del sonido. Su tañido nos recordaría más al producido por miles de granos de arena golpeando las paredes de la campana que al emitido por un badajo.