Propiciados por diferentes motivos, desde una emoción fuerte hasta la permanencia en lugares con un ambiente cargado, los sofocos se manifiestan como una sensación brusca de calor que se extiende por la cabeza, el cuello y las extremidades, y que generalmente está acompañada de sudoración y enrojecimiento de la piel.

Hasta hace poco, el sofoco era el síntoma oficial de la retirada de la regla, pues afecta al 80 por 100 de las mujeres posmenopáusicas. Aunque se desconoce su origen, todo apunta a que se trata de un desequilibrio hormonal debido bien a un exceso de las gonadotropinas hipofisiarias -la LH y la FSH-, bien a la carencia de estrógenos.

Los hombres, sobre todo los castrados quirúrgicamente, tampoco se libran de sufrir sofocos. En el varón, éstos están relacionados con una bajada rápida de testosterona y estrógenos.